En los días que estuve en Brasil, mi apetito aumentó a causa de mis múltiples actividades (jugar con la arena, el mar, los chicos y hacer sociales todo el tiempo).
Asi que comía de todo, carne de vaca, chancho, pollo, pescado y todas las cosas creativas que se le ocurrian al cocinero ese día.
Pero a la hora de los postres, con mamá formabamos una pareja imbatible, no había nada que se nos escapara.
Pero sobre todas las cosas, mantenía mi elegancia para esperar ansiosamente la llegada de la repetición del postre, jaja
sábado, 24 de enero de 2009
La elegancia ante todo
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